En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
El era en el principio con Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.
El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él.
No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo.
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron.
Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios,
los cuales nacieron no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: “Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo.”
Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia.
La ley fue dada por medio de Moisés pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Testimonio de Juan el Bautista
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Testimonio de Juan el Bautista (43:1:19 - 43:1:28)
Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle: —¿Quién eres tú?
El confesó y no negó, sino que confesó: —Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron: —¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: —No lo soy. —¿Eres tú el profeta? Y respondió: —No.
Le dijeron entonces: —¿Quién eres?, para que demos respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
Dijo: —Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto “Enderezad el camino del Señor” como dijo el profeta Isaías.
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
Le preguntaron y le dijeron: —¿Entonces, por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Juan les respondió diciendo: —Yo bautizo en agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
El es el que viene después de mí, de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas acontecieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.